Derrame de petróleo, empresas controvertidas en sus prácticas con el medio ambiente, olas de frío, de calor, aumento de la temperatura media de la superficie terrestre, aumento del nivel del mar, sequías, efectos de los gases en la salud humana, peligros de la contaminación para las especies vegetales y animales, sobreexplotación de la tierra cultivable y de los ambientes marinos, deforestación, …….
Escuchamos de forma cada vez más frecuente sucesos e informaciones sobre estos conceptos, pero para la mayoría de nosotros es difícil entender de modo uniforme qué significa, su verdadero impacto, y qué hay de mito o realidad detrás de esto.
Es imposible predecir exactamente lo que deparará el futuro, pero con los conocimientos actuales de la ciencia climática, este panorama parece bastante realista. Si se hace realidad, afectará de manera considerable al concepto de lo que la noción de «hacer buenos negocios» implicará dentro de 20 años, a medida que una serie de factores comience a actuar con mayor fuerza en las esferas política y económica, alterando radicalmente el mundo en el que vivimos y trabajamos. Es indudable que cada vez será más complicado ignorar los efectos del cambio climático en el propio tejido empresarial.
Los cambios climáticos ejercerán un impacto directo sobre las empresas pues afectarán, por ejemplo, a sus infraestructuras e inversiones. La legislación ampliará su alcance y extensión a medida que el electorado vaya adquiriendo una mayor conciencia del problema y los gobiernos reaccionen a las consecuencias del cambio climático y los costes de las medidas de adaptación.
Además de cumplir con las leyes, las empresas deberán asumir responsabilidades cada vez mayores por los impactos ambientales provocados, tener un enfoque preventivo que supondrá un mayor coste, y además asumir el costo de su contaminación directa.
La creciente sensibilización pública en relación al cambio climático crea también una significativa y cada vez mayor oportunidad para las empresas productoras de bienes y servicios de consumo.
Durante los próximos 20 años, las empresas que asuman un papel de liderazgo en la lucha contra el cambio climático no sólo realizarán una aportación directa, sino que gozarán de la credibilidad y la posición para invitar a su personal, clientes y proveedores a que se unan a ellas en su camino, en aquello que hacen, en sus iniciativas pioneras o en los productos y servicios que ofrecen.
Cada vez será más relevante este tema dentro de las estrategias de negocio.
Algunas líneas de acción que pueden seguir las empresas respecto del cambio climático pueden ser:
- Seleccionar proveedores que lleven a cabo una política de mitigación ambiental
- Diseñar un sistema de transporte, de empaques y producción sostenible
- Usar tecnología limpia y poco contaminante
- Utilización responsable de los residuos y reciclaje
- Optar por energías renovables
- Reducción del consumo de materias primas y de costes energéticos
- Mejorar la imagen frente a grupos de interés
- Atracción de talento joven (interesado en trabajar en compañías sostenibles)