Según un informe sobre los componentes presentes en la consecución de los cambios organizacionales, concurren, para que el resultado sea satisfactorio, los siguientes y por este orden de importancia:
Visión, valores, estrategia, recursos, capacidades, motivación y feedback.
Con éstos, en las proporciones suficientes, conseguimos el cambio; sin duda.
Sin embargo, ¿qué ocurre si fallamos en alguno?
Si falta la visión, la consecuencia es la confusión en la organización y la deriva.
Si lo hacen los valores o no son los adecuados para ser compartidos, se genera corrupción.
En el caso de fallar la estrategia, hay difusión de los esfuerzos y pérdida de vitalidad y empuje.
Cuando son los recursos los que escasean o no están presentes en las proporciones necesarias, se produce frustración y decepción en las expectativas.
Cuando adolecemos en la organización de capacidades, provocamos la fatiga de los elementos válidos.
En el caso de tener fallos en la motivación, entramos en una dinámica de lentitud y errores que va consumiendo a la organización.
Y, por último, en el caso de no tener el feedback adecuado para realimentar el sistema y la toma de decisiones, se producen dudas sobre los objetivos, sobre la marcha, sobre las personas, sobre todo.
A veces, la mayoría de las veces, nos preguntamos por el fallo en los cambios, por lo que se nos resisten, por lo complicado de llevarlos a cabo. Tengamos en cuenta esta guía para reflexionar sobre estos aspectos y valorar lo esencial que, como suele decir el principito, no es visible a los ojos.
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